Érase
una vez una princesa que estaba enferma de amor. Era tan fea que nadie quería
ligar con ella. Así que se puso muy silenciosa y se encerró en una torre
esperando que algún día viniera su verdadero amor. Al mismo tiempo un príncipe
estaba buscando novia, una mujer que no lo quisiera solo por su gloria y oro.
Una noche un ruiseñor se posó en el alféizar de la ventana y le contó al
príncipe que hay una princesa que busca el verdadero amor. Justo en esa noche
el príncipe se marchó de viaje para encontrar a la princesa y así también su
amor. En el viaje pasó por selvas oscuras y montañas altas luchando las bestias
más horribles del mundo. El ruiseñor era su acompañante permanente. Al final
llegó a la torre y estaba totalmente agotado. Cuando subió la torre ya pudo oír
la voz preciosa de la chica. Al ver a la princesa se asustó tan fuertemente que
se cayó por la ventana de la torre y murió. Y colorín colorado, este cuento se
ha acabado. Y la moraleja del cuento: No siempre vale la pena esforzarse tanto.
Fabius Farkas